El jardín de
las llamas
El jardín de las llamas
no es más que
un doble espejo
que por la
noche cristalizada
en oro, un
silencio blanco que
desciende
hacia el horizonte de
mármol, una
inmensa sombra azul
bajo la
arboleda, sin viento,
sin aliento,
vive, como las
estrellas, a través
del aire
traslúcido,
bajo el polvo
infinito que
parece nieve, cerca
de la cobriza
luna pálida, en
brillante
quietud, es el tiempo de
Dios, donde la
mente está embrujada
en pos de la
eternidad pura e inmutable
que sucede a
la miseria humana.
EmileVerhaeren
(Belga)
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